martes, 26 de octubre de 2010

Boigrafía de Gianni Rodari y títulos recomendados para leer

 

Datos biográficos

Gianni Rodari nació en Omegna, Piamonte (Italia), el 23 de octubre de 1920. El padre, Giuseppe, era panadero y su madre, Maddalena Aricocchi trabajaba junto a su marido en el negocio. Desde su nacimiento Gianni fue confiado a una nodriza y al año siguiente nació su hermano menor, Cesare. Su padre murió en 1929 cuando Gianni tenía tan sólo nueve años de edad y el pequeño fue enviado a Gavirate a vivir con una tía. Dos años después, entró al seminario de San Pietro Martire, de Seveso, donde permaneció durante tres años. Luego, fue interno tres años más en Varese, en un pensionado, donde asistió al Istituto Magistrale y tomó lecciones de violín. En 1937 se graduó de maestro y al poco tiempo se inició como educador en casa de una familia de judíos alemanes exiliados de su país.
"Durante el invierno de 1937-38, recomendado por una maestra, esposa de un guardián municipal, fui contratado para enseñar italiano, en sus casas, a los hijos de algunos judíos alemanes que creían —lo creyeron por pocos meses— haber encontrado en Italia refugio contra las persecuciones raciales. Vivía con ellos en una chacra sobre las colinas que bordean el Lago Mayor. Trabajaba con los niños desde las siete hasta las diez de la mañana. El resto del día lo pasaba en los bosques, paseando y leyendo a Dostoievski."
En 1939, se matriculó en la Facultad de Lenguas de la Universidad Católica de Milán, pero no concluyó sus estudios. Estalló la guerra, por esa época Rodari se vinculó con el Partido Comunista Italiano y es a través de éste que inició su profesión de periodista. Sus primeros textos literarios aparecieron en L'Ordine Nuovo, (publicación que dirigía por encargo del partido) firmando con el seudónimo de "Francesco Aricocchi".
Desde 1947, Rodari escribió en L'Unitá de Milán (periódico del PCI), desde 1950 en el Pionere y desde 1953 en la dirección de Avanguardia (semanario de la Federación Juvenil Comunista), desde 1956 otra vez en L'Unitá, desde 1958 en Paese Sera, periódico romano para el que trabajará hasta su muerte. En 1974 se incorporó a la dirección del mensual Il Giornale del Genitori.
Sus primeros textos para niños se remontan a 1948, en las páginas de L'Unitá, Vie Nuove y Noi Donne. Allí nacieron narraciones cortas humorísticas, sus primeras filastrocche, coplas y retahílas ligadas a la poesía popular italiana. De estos textos surgieron sus primeros libros para niños: Il Libro delle Filastrocche (El libro de las retahílas, 1950) y el Romanzo di Cipollino (Las aventuras de Cipollino, 1951).
"Un día, el director del diario decidió dedicar una página dominical a los niños. Yo era el único que había sido, años atrás, maestro de escuela y éste fue el motivo que sugería mi elección. También tenía cierta predisposición por los fragmentos brillantes de fantasía y humor. Empecé a publicar semanalmente retahílas y cuentos cortos en los que reencontraba mi gusto juvenil por los surrealistas franceses que había leído en la biblioteca siendo estudiante. (....) No era un trabajo de despacho, sino en contacto directo con los lectores, los niños y sus familias. No llegué, pues, a los niños por el camino de la literatura, sino por el camino del periodismo (...) En 1950 fui prácticamente obligado, aunque no estaba totalmente convencido, a dirigir un semanario para niños y muchachos (...) En este período, una editorial me propuso publicar un pequeño volumen con retahílas y me propuso escribir un libro, una novela para más señas, sobre los personajes que había inventado para un libro diferente: Cipollino y Pomodoro. La idea me divirtió preparé un esquema (el esqueleto del cuento), me tomé un mes de vacaciones y me hospedé en casa de un campesino en tierras de Módena y en un mes, hice una primera redacción."

En los años 60, Rodari recorre las escuelas italianas "para contar historias y responder las preguntas de los niños. Porque siempre hay un niño que pregunta: ¿Cómo se inventan las historias?, pregunta que merece una respuesta honesta." (GDF:6)
Esta actividad, como lo explica Rodari en el "Prefacio", culminará en la reescritura y publicación de su libro Gramática la fantasía, en 1973.
"No representa —éste es el momento de precisarlo— ni la tentativa de fundar una ‘Fantástica’ en toda regla, lista para ser enseñada y estudiada en las escuelas como la geometría, ni tampoco una teoría completa de la imaginación y de la invención, para la cual se necesitaría otro aliento y alguien menos ignorante que yo. No es tampoco un ‘ensayo’. No sé muy claramente qué es. Se habla aquí de algunas formas de inventar historias para niños y de cómo ayudarles a inventarlas ellos solos: pero ¿quién sabe cuántas otras formas se podrían encontrar y describir? Trata sólo de la invención por medio de palabras y apenas sugiere, sin profundizar, que estas técnicas podrían ser fácilmente adaptadas a otros lenguajes (...)"

"Yo espero que estas páginas puedan ser igualmente útiles a quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación; a quien tiene confianza en la creatividad infantil; a quien conoce el valor de liberación que puede tener la palabra." (GDF:8)


A través del contacto directo con los niños Gianni Rodari observa y toma apuntes, intentando desentrañar los procedimientos del arte de crear historias. El binomio fantástico, el extrañamiento, el "qué pasaría sí", la construcción de adivinanzas, la parodia y mezcla de fábulas... de este modo los niños juegan con las palabras y crean nuevos mundos, desarrollan su capacidad de imaginación, comprenden y actúan sobre la realidad.

"La presente ‘gramática de la fantasía’ —éste me parece el momento para aclararlo definitivamente— no es ni una teoría de la imaginación infantil (bueno sería), ni una colección de recetas, un Artusi de las historias, sino, creo, una propuesta para poner junto a cuantas tiendan a enriquecer de estímulos el ambiente (casa o escuela, no importa) en el que crece el niño". (GDF:161-162).
En 1970 Gianni Rodari recibe el mayor galardón internacional para un escritor de literatura destinada a los niños, el Premio Hans Christian Andersen.
Marc Soriano dirá de él en su guía (1999):

"Comienza a escribir en 1950 y se impone rápidamente como el mejor escritor para niños. En cierto sentido, su inspiración es muy clásica, ligada a la corriente de la poesía popular italiana (las filastrocche, el equivalente de las coplas y retahílas). Pero lo que Rodari retiene fundamentalmente de la tradición es su aspecto revolucionario; en efecto, su arte sigue abierto a las preocupaciones más actuales de los jóvenes de hoy, tanto en la forma como en el contenido. Obras comprometidas, a menudo militantes, que se esfuerzan por desmitificar los ídolos de la sociedad de consumo, pero que, al mismo tiempo, se caracterizan por una fantasía y por una invención perpetuas."
"El fantástico de Rodari jamás es gratuito y se asemeja bastante a la anticipacion. Su tono, tan espontáneo, recuerda mucho el de los improvisadores y narradores dotados; y llaman la atención su humor, a la vez tierno y grave, y su lenguaje personal y pintoresco, repleto de juegos de palabras y de hallazgos expresivos."
Gianni Rodari murió en Roma el 14 de abril de 1980.


El pensamiento de Gianni Rodari

Escritor, periodista, pero también militante político, maestro y pedagogo, para Gianni Rodari, todas estas actividades forman parte de una misma militancia, la de abrir en el mundo un espacio para la imaginación creadora, la de permitir a los niños intervenir en ese mundo imaginando nuevas posibilidades, llevándolas a cabo.
Beatriz Helena Robledo señala al respecto:
"Quedémonos un momento con el pedagogo de la imaginación, con el hombre que se puso abiertamente al lado de los niños, defendiéndolos como creadores activos con capacidad de transformar el mundo —destartalado, violento, impositivo e incoherente— que los adultos les hemos querido siempre imponer. El pedagogo que demuestra a los niños las mil maneras de inventarse el mundo, de cambiar lo que no está bien."
Es para aproximarnos al pensamiento del maestro Rodari que proponemos esta selección de citas extraídas de dos de sus escritos teóricos, especialmente de su obra La gramática de la fantasía.
"La fantasía no está en oposición a la realidad, es un instrumento para conocer la realidad, es un instrumento que hay que dominar. La imaginación sirve para hacer hipótesis y también el científico necesita hacer hipótesis, también el matemático lo necesita y hace demostraciones por absurdo. La fantasía sirve para explorar la realidad, por ejemplo para explorar el lenguaje, para explorar todas las posibilidades para ver qué resulta cuando se oponen las palabras entre sí."
"La lengua (...) no es una materia separada de las demás que tenga límites bien precisos: aquí está la lengua y aquí está la geografía (...) Sin lengua no hay geografía, sin lengua no hay ciencia, sin la lengua no existe ninguna de aquellas que nosotros distinguimos, clasificamos y llamamos materias. La lengua es el aire en el cual viven estas así llamadas materias. No puedo hacer historia sin la lengua, no puedo hacer filosofía sin la lengua, no puedo hacer políticia sin la lengua, no puedo vivir sin la lengua. Nosotros estamos dentro de la lengua como el pez está dentro del agua, no como un nadador. El nadador puede tirarse un clavado y salir, pero el pez no, el pez tiene que estar adentro." (VDRF:12)
"La escuela tradicional me enseñaba la lengua del consentimiento, de la adaptación al mundo como es, a las cosas como son, a la autoridad, al pasado, pero yo crecí bajo el fascismo. El niño tenía que olvidar, en mis tiempos, la lengua en la cual había crecido libre, aún bajo muchos condicionantes familiares y sociales, para aprender la lengua del dictado, la lengua de la redacción (...) Ésta es la lengua para decir siempre sí. Ahora nosotros queremos partir de la lengua, es decir, de la cultura del niño, y ayudarlo a construirse sobre aquella lengua de su expresión libre y completa, la lengua de su búsqueda autónoma, la lengua de la comunicación social, no la lengua para decir siempre sí, sino la lengua para decir sólo los sí que siente suyos y para decir no cuando siente no." (VDRF:12-13).

"Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que se expanden sobre su superficie, afectando su movimiento, a distancias variadas, con diversos efectos, a la ninfa y a la caña, al barquito de papel y a la canoa del pescador. Objetos que estaban cada uno por su lado, en su paz o en su sueño, son como llamados a la vida, obligados a reaccionar, a entrar en relación entre sí. Otros movimientos invisibles se propagan hacia el fondo, en todas direcciones, mientras la piedra se precipita removiendo algas, asustando peces, causando siempre nuevas agitaciones moleculares. Cuando toca fondo, agita el lodo, golpea los objetos que yacían olvidados, algunos de los cuales son desenterrados, otros a su vez son tapados por la arena. Innumerables acontecimientos, o miniacontecimientos, se suceden en un tiempo brevísimo.
Quizás ni aún teniendo el tiempo y las ganas necesarios sería posible registrarlos, sin omisión, en su totalidad.

Igualmente una palabra, lanzada al azar en la mente, produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, complicándolo el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene continuamente para aceptar y rechazar, ligar y censurar, construir y destruir."
"Se puede contemplar el mundo a la altura del hombre, pero también desde lo alto de una nube (con los aviones es fácil). Se puede entrar en la realidad por la puerta principal o escurrirse en ella —es más divertido— por una ventanita." (GDF:29)
"Por medio de las historias y de los procedimientos fantásticos que las producen, nosotros ayudamos a los niños a entrar en la realidad por la ventana, en vez de hacerlo por la puerta. Es más divertido y por lo tanto más útil." (GDF:30)
"Una manera de hacer productivas las palabras, en sentido fantástico, es deformándolas. Lo hacen los niños para divertirse: es un juego que tiene un contenido muy serio porque les ayuda a explorar las posibilidades de las palabras, a dominarlas, forzándolas a declinaciones inéditas; estimula su libertad de ‘hablantes’, con derecho a su personal parole (¡gracias, señor Saussure!); anima en ellos el anticonformismo." (GDF:33)
"¿Por qué a los niños les gustan tanto las adivinanzas? A primer golpe de vista, diría, que es porque representan de forma concentrada, casi emblemática, su experiencia de conquista de la realidad. Para un niño el mundo está lleno de objetos misteriosos, de acontecimientos incomprensibles, de figuras indescifrables. Su misma presencia en el mundo es un misterio que resolver, una adivinanza que descifrar, dándole vueltas, con preguntas directas o indirectas. El conocimiento llega, con frecuencia, en forma de sorpresa.

De aquí el placer de probar de forma desinteresada, por juego, o casi por entrenamiento, la emoción de la búsqueda y de la sorpresa." (GDF:48)
"La madre que fingía meterse la cucharita por la oreja aplicaba, sin saberlo, uno de los principios esenciales de la creación artística: ‘extrañaba’ la cucharita del mundo de las cosas triviales para atribuirle un nuevo significado. Lo mismo hace el niño cuando usa una silla como tren, o cuando hace navegar un cochecito en la bañera a falta de otro tipo de embarcación, o asigna un papel de aeroplano a un oso de peluche. Precisamente así, Andersen, de una aguja o de un dedal, hacía un personaje de aventuras." (GDF:95)
"Estoy convencido de que el niño empieza bastante pronto a intuir esta relación entre el ser y el no ser. Alguna vez lo podrán sorprender mientras baja los párpados para hacer desaparecer las cosas, los reabre para verlas reaparecer, y repite pacientemente el ejercicio. El filósofo que se pregunta sobre el Ser y la Nada, con mayúsculas, como corresponde a estos respetables y profundos conceptos, en sustancia no hace sino retomar, a alto nivel, aquel juego infantil." (GDF:98)
"La mesa y la silla, que para nosotros son objetos gastados y casi invisibles, de los que nos servimos automáticamente, para el niño son materiales de exploración ambigua y pluridimensional, en la que se dan la mano conocimiento y fabulación, experiencia y simbolización. Mientras aprende a conocer su superficie, el niño no cesa de jugar con ellos, de formular hipótesis respecto a ellos. Hace un continuo uso fantástico de los datos positivos que almacena. Así incorpora a su saber la noción de que abriendo la canilla corre el agua: pero esto no le impide creer, por ejemplo, que ‘por otra parte’ hay un ‘señor’ que echa el agua en la cañería para que pueda salir por la canilla.
El ‘principio de contradicción’ le es desconocido. Es científico, pero también ‘animista’ (‘¡la mesa mala!’) y ‘artificialista’ (‘hay un señor que echa agua en la cañería’). Estas características conviven en él durante un buen número de años, en proporciones distintas en cada niño.

De la constatación nace la pregunta: ¿hacemos bien contándole historias en las que los protagonistas son los objetos de la casa, o arriesgamos a excitar aún más su animismo y artificialismo, en perjuicio de su espíritu científico?
Refiero la pregunta más por escrúpulo que por preocupación. Jugar con las cosas sirve para conocerlas mejor. Y no veo la utilidad de poner límites a la libertad del juego, que sería como negarle la función formativa y cognoscitiva. La fantasía no es un ‘lobo malo’ del que haya que tener miedo, o un delito a perseguir permanentemente con puntilloso patrullamiento. Me tocará a mí, cada vez, comprender si el niño en un determinado momento de su interés por las cosas desea ‘informaciones sobre la canilla’ o quiere ‘jugar con la canilla’ para extraer a su modo de todo ello las noticias que le sirven." (GDF:100)

"Inventar historias con los juguetes es casi natural, es algo que se produce por sí solo cuando se juega con los niños: la historia no es otra cosa que una prolongación, un desarrollo, una explosión festiva del juguete. Lo saben todos los padres que encuentran tiempo para jugar con sus hijos a las muñecas, a las construcciones, a los autitos: una actividad que de algún modo debería ser declarada obligatoria (y posible, naturalmente).
(...) No se trata ya de jugar ‘en lugar del niño’, relegándolo al humillante papel de espectador. Se trata de ponerse a su servicio. Es él quien manda. Se juega ‘con él’, ‘para él’, para estimular su capacidad inventiva, para proporcionarle nuevos instrumentos que pueda usar cuando juegue solo, para enseñarle a jugar. Y mientras se juega, se habla. Se aprende a hablarle a las piezas del juego, a darles nombres y papeles, a transformar un error en una invención, un gesto en una historia (...); pero también —como hace el niño— se trata de confiar a las piezas mensajes secretos, para que sean éstas las que digan al niño que se le quiere, que puede contar con nosotros, que nuestra fuerza es suya." (GDF:106)
"Llamaré ‘tabú’ a cierto tipo de historias que personalmente considero útil contar a los niños, pero ante las cuales muchos fruncirán la nariz. Estas historias son un intento de discurrir con el niño sobre temas que le interesan íntimamente, pero que la educación tradicional relega, en general, al rincón de las cosas de las que ‘no está bien hablar’: sus funciones corporales, su curiosidad sexual. Doy por supuesto que la definición como ‘tabú’ es polémica y que yo apelo a la transgresión del ‘tabú’.
Creo que no sólo en familia, sino también en las escuelas se debería poder hablar de estas cosas con plena libertad y no sólo en términos científicos, porque no sólo de ciencia vive el hombre. Conozco igualmente los problemas de los docentes, ya sean de jardín de infantes como primaria o media, que quieren ayudar a niños y muchachos a expresar totalmente sus contenidos, a liberarse de todos los miedos, a desterrar cualquier eventual sentido de culpa. Aquella parte de la opinión pública que respeta los ‘tabúes’, rápidamente los acusa de obscenidad, hace intervenir a las autoridades escolares, agita el código penal. En cuanto un niño se atreva a dibujar un desnudo, masculino o femenino, con todos sus atributos, fácilmente se desencadenará contra su maestro la sexofobia, la estupidez y la crueldad del prójimo. Pero, ¿cuántos docentes reconocerán a sus escolares la libertad de escribir, si viene al caso, la palabra ‘mierda’?." (GDF:115)
"Al juzgar los textos infantiles, desgraciadamente, la escuela dirige especialmente su atención al nivel ortográfico-gramatical-sintáctico, que no llega ni siquiera al nivel propiamente lingüístico, además de olvidar completamente el complejo mundo de los contenidos. La cuestión es que en la escuela se leen los textos para juzgarlos y clasificarlos, no para comprenderlos. El cedazo de la ‘corrección’ retiene y revaloriza las piedritas, dejando pasar el oro..." (GDF:123)

"La función creadora de la imaginación pertenece al hombre común, al científico, al técnico; es tan necesaria para los descubrimientos científicos como para el nacimiento de la obra de arte; es incluso condición necesaria de la vida cotidiana..." (GDF:161)"La mente es una. Su creatividad se ha de cultivar en todas las direcciones. Las fábulas (escuchadas o inventadas) no son ‘todo’ lo que sirve al niño. El uso libre de todas las posibilidades de la lengua no representa más que una de las direcciones en que puede expandirse. Pero ‘tout se tient’, como dicen los franceses. La imaginación del niño, estimulada para inventar palabras, aplicará sus instrumentos sobre todos los aspectos de su experiencia que desafíen su intervención creativa. Las fábulas sirven a la matemática, como la matemática sirve a las fábulas. Sirve a la poesía, a la música, a la utopía, al compromiso político: en definitiva, al hombre en su conjunto y no sólo al fantasioso. Sirven precisamente porque, en apariencia, no sirven para nada: como la poesía y la música, como el teatro y el deporte (mientras no se conviertan en negocio).
Sirven al hombre completo. Si una sociedad basada en el mito de la productividad (y sobre la realidad del beneficio) sólo tiene necesidad de hombres mutilados —fieles ejecutores, diligentes reproductores, dóciles instrumentos sin voluntad— quiere decir que está mal hecha y que es necesario cambiarla. Para cambiarla, son necesarios hombres creativos, que sepan utilizar su imaginación.
Incluso esta sociedad busca hombres creativos, para sus fines. Cropley escribe cándidamente en su libro La creatividad, que el estudio del pensamiento divergente se sitúa en el cuadro de la ‘utilización máxima de todos los recursos intelectuales de los pueblos’, y es esencial ‘para mantener las propias posiciones en el mundo’. Muchas gracias: ‘se buscan personas creativas’ para que el mundo siga siendo como es. No señor: desarrollemos la creatividad de todos, en cambio, para transformar el mundo." (GDF:162)
"’Creatividad’ es sinónimo de pensamiento divergente, o sea, capaz de romper continuamente los esquemas de la experiencia. Es ‘creativa’ una mente que trabaja siempre, siempre dispuesta a hacer preguntas, a descubrir problemas donde los demás encuentran respuestas satisfactorias, que se encuentra a sus anchas en las situaciones fluidas donde otros sólo husmean peligro; capaz de juicios autónomos e independientes (incluso del padre, del profesor y de la sociedad), que rechaza lo codificado, que maneja objetos y conceptos sin dejarse inhibir por los conformismos." (GDF:163)
"Ningún tipo de jerarquía entre las distintas materias. Y, en el fondo, una sola materia: la realidad, enfocada desde todos los puntos de vista, empezando desde la realidad cercana, la comunidad escolar, el estar juntos, el modo de estar y de trabajar juntos. En una escuela de este tipo el niño ya no está como ‘consumidor’ de cultura y de valores, sino como creador y productor, de valores y de cultura." (GDF:165)




Artículos sobre Gianni Rodari y su obra consultados:
·         Garralón, Ana. "Gianni Rodari". En "Clásicos infantiles". Revista Babar (www.mundofree.com/babar/).
·         Robledo, Beatriz Helena. "Gianni Rodari, un defensor de la vida". En Cuatrogatos Revista de Literatura Infantil Nº 3, julio-septiembre, 2000 (www.cuatrogatos.org).
·         Soriano, Marc. "Rodari, Gianni". En La Literatura para Niños y Jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Traducción, adaptación y notas de Graciela Montes. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1995. Págs. 619-622.
·         Educación y Biblioteca. Revista Mensual de Documentación y Recursos Didácticos, Año 2, Nº 5; Madrid, marzo de 1999.
Dossier Rodari, que incluye:
-"Escribir hoy para los niños", por Gianni Rodari.
-"Recordando a Gianni Rodari en Italia", por Noemi Ciceroni.
-"Traducir a Rodari: entrevista a Mario Merlino", por Ana Garralón.
-"El hombrecito de la lluvia", cuento de Gianni Rodari.
·         Revista CLIJ, Nº 23; Barcelona, diciembre de 1990.
Dossier Rodari, que incluye:
-"El fabuloso mundo de Gianni", por Lucio del Cornò.
-"Rodari en Orvieto", por María Luisa Faraoni Quaranta.
-Bibliografía: "Los libros de G. Rodari en España".
·         Espacios para la Lectura. Órgano de la Red de Animación a la Lectura del Fondo de Cultura Económica, Año II, Nº 3-4; México D.F., 1996.
Homenaje a Gianni Rodari que incluye:
-"Gianni Rodari: ¿ausente sin justificación?", por Cirianni, Gerardo.
-"Gianni Rodari: valores democráticos, realismo y fantasía", por Odette Smith.


Bibliografía de Gianni Rodari en castellano

Bibliografía preparada por Roberto Sotelo.

Obras Ficción
Jip en el televisor. Ilustraciones de Giancarlo Carloni. Traducción de Beatriz de Moura. Barcelona, Editorial Lumen, 1962. Reeditado como Gip en el televisor por Editorial La Galera (Barcelona, 1992).
Cuentos por teléfono. Ilustraciones de Jordi Saludes. Traducción de Ramón Prats de Alos-Moner. Barcelona, Editorial Juventud, 1973. Colección La Hora del Cuento.
La góndola fantasma. Ilustraciones de Arcadio Lobato (que firma como José Antonio Lobato). Traducción de Juan Domingo Sánchez Estop. Barcelona, Editorial Bruguera, 1980. Colección Biblioteca Amarilla, Historias (reeditada en 1985 por la misma editorial en la colección Bruguera-Todolibro, serie Infantil, Fantasía).
Érase dos veces el barón Lamberto o los misterios de la isla de San Giulio. Ilustraciones de Petra Steinmeyer. Traducción de Antonio Ramos. Barcelona, Editorial Bruguera, 1981. Colección Historias. Reeditado por Editorial La Galera (Barcelona, 1987), con ilustraciones de Pavla Reznickova, traducción de C. A. Sampayo y presentación de Teresa Durán. Existe también edición del Círculo de Lectores (Barcelona, 1991).
Atalanta. Una muchacha en la Grecia de los dioses y los héroes. Ilustraciones de Frederic Anguera. Traducción y presentación de Carmen Vázquez-Vigo. Barcelona, Editorial La Galera, 1982. Colección Los Grumetes de La Galera.
Cuentos escritos a máquina. Ilustraciones de Fuencisla del Amo. Traducción Esther Benítez. Madrid, Editorial Alfaguara, 1982. Colección Juvenil Alfaguara. Reeditado por la misma editorial en la colección Próxima parada (2002).
Las aventuras de Cebollín. Barcelona, Editorial Bruguera, 1982. Reeditado como Las aventuras de Cebolleto, por Editorial La Galera (Barcelona, 1988; colección Los Grumetes de La Galera), con ilustraciones de Raúl Verdini, y traducción y presentación de Angelina Gatell.
La tarta voladora. Ilustraciones de Petra Steinmeyer. Traducción de Francesc Miravitlles. Barcelona, Editorial Bruguera, 1982. Colección Bruguera-Todolibro. Reeditado por Editorial La Galera (Barcelona, 1988; colección Los Grumetes de La Galera), con ilustraciones de Bruno Munari, y traducción y presentación de Angelina Gatell.
El libro de los por qué. Ilustraciones de Teresa Durán. Traducción de Angelina Gatell. Barcelona, Editorial La Galera, 1985. Colección Los Grumetes de La Galera. Existe también edición del Círculo de Lectores (Barcelona, 1991).
Gelsomino en el país de los mentirosos. Ilustraciones de Natalia Senmarti. Traducción de Mónica Mateys Pi. Barcelona, Editorial Bruguera, 1986. ColecciónTodolibro, serie Infantil. Reeditado por La Galera (Barcelona, 1987; colección Los Grumetes de La Galera), con ilustraciones de Raúl Verdini, y traducción y presentación de Angelina Gatell.
Los enanos de Mantua. Ilustraciones de Pablo Echevarría. Traducción de Manuel Barbadillo. Madrid, Ediciones SM, 1986. Colección El Barco de vapor, Serie blanca.
Cuentos para jugar. Ilustraciones de Gianni Peg. Traducción de Carmen Santos. Madrid, Editorial Alfaguara, 1987. Colección Infantil Alfaguara. Existe también edición del Círculo de Lectores (Barcelona, 1988).
El juego de las cuatro esquinas. Ilustraciones de Emilio Urberuaga. Traducción de Elena del Amo. Madrid, Editorial Espasa Calpe, 1987. Colección Austral Juvenil.
Las aventuras de Tonino el invisible. Ilustraciones Joan Antoni Poch. Traducción y presentación de Angelina Gatell. Barcelona, Editorial La Galera, 1987. Colección Los Grumetes de La Galera.
La flecha azul. Ilustraciones de María Enrica Agostinelli. Traducción y presentación de Angelina Gatell. Barcelona, Editorial La Galera, 1988. Colección Los Grumetes de La Galera.
Pequeños vagabundos. Ilustraciones de J. L. Fernán. Traducción de Saro de la Iglesia. Barcelona, Editorial Plaza Joven, 1988. Colección Plaza Joven Club.
El libro de los errores. Ilustraciones de José María Carmona. Versión castellana de Mario Merlino. Madrid, Editorial Espasa Calpe, 1989. Colección Austral Juvenil.
Las aventuras de Cebollín. Ilustraciones de Sergio Kern. Traducción de Alicia Genzano y Clara Pallicciotti. Buenos Aires, Ediciones Librerías Fausto, 1992. Colección La lechuza.
El planeta Hache Zeta. Ilustraciones de Cecco Mariniello. Traducción y adaptación de Joan Armangué y Francisco Carrilero. Barcelona, Editorial El Arca de Junior, 1993. Colección La Guinda.
El gato parlante y otros cuentos. Ilustraciones de Gianni Peg y Lorena Munforti. Traducción de María José Rodríguez Fierro. Madrid, Ediciones Celeste, 1994. Colección El Club de la imaginación.
El planeta de los árboles de navidad. Ilustraciones de Samuel Velasco. Traducción de Manuel Barbadillo. Madrid, Ediciones SM, 1994. Colección El Barco de vapor; Serie oro.
Luna de Carnaval. Ilustraciones de Emanuele Luzzati. Traducción de Armanda Rodríguez Fierro. Madrid, Ediciones Celeste, 1994. Colección El Club de la imaginación.
¿Por qué los reyes son reyes? Ilustraciones de Emanuele Luzzati. Traducción de Armanda Rodríguez Fierro. Madrid, Ediciones Celeste, 1994. Colección El Club de la imaginación.
Los traspiés de Alicia Paf. Ilustraciones de Montse Ginesta. Traducción de Mario Merlino. Madrid, Editorial Anaya, 1997. Colección Sopa de Libros.
Cuentos largos como una sonrisa. Ilustraciones de Montserrat Ginesta. Traducción Angelina Gatell. Barcelona, Editorial La Galera, 1998. Colección Los Grumetes de La Galera.
Los negocios del señor Gato. Historias y rimas felinas. Ilustraciones de Montse Ginesta. Traducción de Juan Carlos Fernández-Caparrós (prosa) y Emilio Pascual (versos). Madrid, Editorial Anaya, 1999. Colección Sopa de libros.
Los viajes de Juanito Pierdedías. Ilustraciones de Josep Rodés. Traducción de Angelina Gatell. Barcelona, Editorial La Galera, 2001. Colección Los Grumetes de La Galera.
Uno y siete. Ilustraciones de Beatrice Alemagna. Traducción de Marinella Terzi. Madrid, Ediciones SM, 2001.
La góndola fantasma. Ilustraciones de Federico Delicado. Traducción de Angelina Gatell. Madrid, Anaya, 2002. Colección Sopa de Libros.


Obras de teatro
Gianni Rodari también fue autor de obras de teatro:
La vera storia del re Mida (La verdadera historia del rey Midas) fue representada en Turín en 1957 y Las aventuras de Cipollino se convirtió en obra de títeres en Rusia y en radioteatro en Japón e Italia. Fue redactor de la Enciclopedia de los cuentos y formó parte de la Field Enterprise Educational Corporation de Chicago para la edición de la enciclopedia Childcraft.
Información obtenida por Marcela Carranza en:
Soriano, Marc. "Rodari, Gianni". En La Literatura para Niños y Jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Traducción, adaptación y notas de Graciela Montes. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1995; págs. 620-621.
Revista CLIJ, Nº 23; Barcelona, diciembre de 1990; pág. 27. "Dossier Rodari": Bibliografía: "Los libros de G. Rodari en España".

Ensayos
Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias. Traducción de Joan Grove Álvarez. Barcelona, Editorial Argos Vergara, 1984. Existe también coedición de Hogar del Libro/Editorial Fontanella-Reforma de la Escuela (Barcelona, 1985), con traducción de Joaquim Nolla y Josep M. Mir. También por Ediciones Colihue/ Biblioser (Buenos Aires, 2000), con traducción de Roberto Vicente Raschella; y por Editorial Planeta (Barcelona, 2000).
Ejercicios de fantasía. Traducción de Clara García. Edición a cargo de Filippo Nibbi. Prefacio de Tullio De Mauro. Barcelona, Aliorna, 1987. Colección Teoría y Práctica. Reeditado por Ediciones del Bronce (Barcelona, 2000; colección Textos del bronce).
Quién soy yo. Primeros juegos de fantasía. Ilustraciones Rosalba Catamo. Traducción de Mario Merlino. Edición al cuidado de Carmina de Luca. Barcelona, Editorial Aliorna, 1989.


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